lunes, 2 de junio de 2008

Las Esquinas Comerciales Como Patrimonio

Nuestros barrios son un texto para interpretar la historia de la ciudad.

La diferencia entre un barrio nacido residencial y esa conjunción urbana de personas, usos y maneras de reproducirse a si mismos que es un barrio de trabajadores, constituye una marca que nos señala cual fue la historia del lugar y su gente. Durante la década de 1920, diversos sectores suburbiales prosperaban en Mar del Plata con el mismo vertiginoso impulso que el centro. Los grupos de población que realizaban su actividad en la rama de los servicios como los hoteleros, los gastronómicos, los empleados de comercio y del Casino y otros, se acomodaban en barrios alrededor del centro y fuera de las áreas costeras de residencias turísticas. Uno de estos fue el de los empleados del ferrocarril, que junto a otros grupos, estaban instalados hace ya largos cuarenta años en el barrio de la estación. Durante esos años del siglo XIX y principios del XX, se había conformado alrededor de la estación de trenes (1886) un barrio heterogéneo, receptor de población inmigrante y multiétnica heredera de distintas costumbres y formas de vida, diversas creencias religiosas y políticas, y también de la cultura, artes y oficios tradicionales de las regiones de las cuales estas personas eran oriundas. En este lugar, la vida durante la semana se desarrollaba entre la jornada de trabajo de los hombres y la vida domestica de las mujeres, pero los fines de semana, los clubes, la calle Luro y los cines se convertían en los espacios sociales de relación donde se encontraban los vecinos. Sin embargo, existía en esta época también otro espacio de uso diario que hacía a la relación social y era centro de la vida barrial. Este era el constituido por las esquinas comerciales que se instalaban, solas o en grupo de hasta cuatro, en distintos puntos del corazón del barrio. Almacén, carnicería, panadería, forrajería, tienda y otros usos caracterizaban a estos comercios, punto de encuentro diario de los vecinos. Familias pioneras del barrio tenían comercios de este tipo, Oteiza, Deyacobbi, Fagnani, Trotta, etc. aprovecharon las ventajas de esta tipología comercial barrial de principios de siglo, difundida y adoptada en todas las localidades del país. La esquina aseguraba una ubicación predominante con relación a las demás construcciones, lo que combinado con una arquitectura de frente alto con cornisamentos y molduras, creaban un entorno diferente dentro del paisaje barrial, apreciable hasta hoy día. Hay que entender que, al igual que actualmente, a principios de siglo XX estos equipamientos comerciales constituían símbolos de prestigio y ascenso social para los habitantes y las familias propietarias. Estos procesos urbanos de nuestra ciudad son el reflejo de un país en expansión y de una cultura del trabajo heredada y reproducida por esta gente, debiendo documentarse y conservarse estos rastros o vestigios construidos aun existentes, como un legado para el presente y el futuro, lo que sumado a una interpretación posible, constituye un capital cultural inmenso capaz de hacer ver en estos barrios de matriz obrera una nueva oportunidad de desarrollo para ellos y para toda la Ciudad.

Arq. Guillermo de Diego

Grupo ERU

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